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2022 está siendo un año de incertidumbre para el comercio mundial en el que entran en juego diferentes factores como la volatilidad de las materias primas, las dificultades en el transporte y las tensiones geopolíticas. Una situación que se deja notar en el mercado de la carne de cerdo, en el que además se exige condiciones estrictas en bienestar animal y sostenibilidad acorde a la estrategia de la granja a la mesa propuesta a nivel europeo.

Mientras que las exportaciones españolas de carne de porcino a China aumentan notablemente, disminuyen las dirigidas a Japón, a pesar de ser este uno de los mercados más atractivos, tanto en precio como en margen de venta. Por otra parte, Filipinas, Vietnam y Corea del Sur se posicionan como excelentes alternativas por las que apostar para no depender en gran medida del mercado chino. Pero no debemos olvidar nuestros competidores, como USA, Canadá, Brasil, Chile o México, frente a los que es fundamental diferenciar nuestros productos; y tener presente a Rusia, que puede convertirse en el principal proveedor de carne fresca porcina de dichos países.

Los alimentos europeos son hasta ahora reconocidos mundialmente como alimentos seguros, nutritivos y de alta calidad higiénico-sanitaria. A partir de hoy deben ser también reconocidos como sostenibles. La ganadería española se enfrente así a nuevos retos de sostenibilidad en los que el veterinario es una figura imprescindible para superarlos.

El sector porcino es un importante motor económico en nuestro país, aportando, con los más de 6 200 millones de euros que genera anualmente, cerca de un 15% a la producción final agraria. España tiene actualmente cerca de 32 millones de animales, según datos del censo a comienzos de este año, con un 89% de animales de capa blanca y un 11% de otro tipo, incluido el ibérico, una producción esta última única y apreciada en numerosas partes del mundo.